Los grupos estaban compuestos por niños de todos los niveles y el trabajo se hizo por parejas o por tríos en los que había niños mayores que ayudan en todo lo que podían a los más pequeños.
Como siempre, la actividad resultó muy gratificante para los alumnos y para los maestros que tenemos la suerte de compartir ratos como estos con nuestros alumnos.
Los molinos quedaron geniales y ahora esperamos que si los ve Don Quijote no se piense que son gigantes.
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